El acto de comer implica un aspecto
funcional y ritual donde se mezclan memoria y moda, discurso y práctica; define
comportamientos y establece diferenciaciones. Por esta razón intuyo que el
comedor tiene mucha más importancia de lo que se le supone; este es un espacio
de convivencia, discurso y enunciado. Puede entenderse como un hecho social
total, es decir, que tiene una implicación directa con las reuniones sociales.
En el ámbito de lo doméstico es
importante aportar un nuevo punto de vista al modo de comprender cómo funciona
el comedor dentro de una casa, entendiéndolo como un punto de encuentro, como
la plaza donde se reúnen todos los comensales y en torno al cual gira el
funcionamiento social de esta, el de los espacios comunes o
"públicos".
El artículo investiga las maneras en
que funciona el comedor dentro del ámbito doméstico, siendo este lo que
entiendo como el punto de encuentro familiar, la "plaza" donde se
reúnen todos y en torno al cual gira el funcionamiento social de esta. La
atención principal se centra en un estudio de cómo la arquitectura puede
afectar a las reglas y compromisos inherentes a la ocupación y uso del espacio.
Además de plantearse preguntas sobre los lugares en los que nos movemos todos
los días, las formas en que nos relacionamos con ellos y cómo nos hacen
relacionarnos con los demás.
El problema que subyace de esta
investigación tiene que ver con la ambigüedad y las paradojas bajo la práctica
de la hospitalidad, de la escenificación del acto de comer para su estilización
y estetificación; con los modales y protocolos que definen e influyen en las
formas en que se utiliza la arquitectura. Los mismos protocolos, modales y
normas que están preestablecidos suponen por sí solos un medio para la
convivencia.
El procedimiento que se ha seguido para
intentar dar una respuesta a las cuestiones anteriores comienza comparando cómo
las diferentes culturas coreografían las comidas normalizando los escenarios.
Examinando los diferentes perfiles de comensal que existen y cómo actúan
dependiendo de la comida, los acompañantes, la conversación que suceda en ese
instante y, sobre todo, cómo influyen los elementos y movimientos que suceden a
su alrededor. Averiguando así que al margen de todos los convencionalismos que
cada uno de los comensales tiene arraigados, la única norma viene impuesta por
el espacio, mobiliario y los accesorios. Además de que los sentidos influyen en
la percepción de la comida, observando cómo la materialidad, forma,
iluminación, etc. de los espacios arquitectónicos inducen más hacia ciertos
comportamientos, situaciones y experiencias dentro de él. Cómo en la intimidad
que se establece entre el lugar y los ocupantes de cada obra practica una forma
de hospitalidad. Y que cualquiera que trabaje este tema ha de tener en cuenta
los conflictos implícitos en su ejercicio o para impulsar encuentros
inesperados, o para promover oposiciones, convergencias, batallas o consenso.
De este modo pretendo generar un
entorno de trabajo donde desarrollar una perspectiva diferente a la experiencia
doméstica del comer, entendiéndolo como un espacio relacional, frente a lo que
interpreto como un espacio a veces tratado como poco trascendente. Se abordan
además diferentes experiencias poéticas radicales que han enseñado que existe
una demanda general de un espacio necesariamente relacional para el comedor tal
y como lo conocemos, el cual ya ha quedado obsoleto. Por esta razón quiero
formar parte de este debate y acudir en busca de nuevas fuentes de inspiración
que trabajen dentro de este encaminándolo hacia el ámbito doméstico.