lunes, 14 de abril de 2014

ABSTRACT

         El comedor tiene mucha más importancia de lo que se le supone. Así, por ejemplo, aunque se creen espacios específicos para la toma de decisiones, como los parlamentos o asambleas, muchas de las decisiones  se producen en torno a las mesas de comedor o de manera informal en algún bar.
         Creo que en este ámbito sería interesante aportar un nuevo punto de vista al modo de comprender cómo funciona el comedor dentro de una casa, entendiéndolo como un punto de encuentro, como la plaza donde se reúnen todos los comensales y en torno al cual gira el funcionamiento social de esta, el de los espacios comunes o "públicos". Los temas y las situaciones generadas desestabilizan las reglas y compromisos inherentes a la ocupación y uso del espacio. Planteándonos preguntas sobre los lugares en los que nos movemos todos los días, las formas en que nos relacionamos con ellos y cómo nos hacen relacionarnos con los demás.

         El problema que subyace de esta investigación tiene que ver con la ambigüedad y las paradojas bajo la práctica de la hospitalidad, de la escenificación del acto de comer para su estilización y estetificación; con los modales y protocolos que definen e influyen en las formas en que se utiliza la arquitectura.
         El procedimiento para poder dar una respuesta a todas las cuestiones anteriores comienza comparando cómo las diferentes culturas coreografían las comidas normalizando los escenarios. Examinando los diferentes perfiles de comensal que existen y cómo actúan dependiendo de la comida, los acompañantes, la conversación que suceda en ese instante y, sobre todo, cómo influyen los elementos y movimientos que suceden a su alrededor.
         Así hemos averiguado cómo los sentidos influyen en la percepción de la comida, observando cómo la materialidad, forma, iluminación, etc. de los espacios arquitectónicos inducen más hacia ciertos comportamientos, situaciones y experiencias dentro de él. Además de cómo en la intimidad que se establecen entre el lugar y los ocupantes de cada obra practica una forma de hospitalidad. Y que cualquiera ha de tener en cuenta los conflictos implícitos en su ejercicio o para impulsar encuentros inesperados, o para promover oposiciones, convergencias, batallas o consenso.


         Esto ofrece una perspectiva diferente a la experiencia doméstica del comer, entendiéndolo como un espacio relacional, frente a lo que interpreto como un espacio a veces tratado como poco trascendente. 

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